La fecha de hoy es
   
   
¿Ya sabes cuándo emigras?
    Agregar a favoritos   Contáctenos  

Búsqueda en
aemigrar.com


  Relatos  
 

 
 
Mavaline
Nacionalidad:
Venezolana
Reside en:
La Haya , Holanda
 
 

"La oportunidad que he tenido de vivir fuera de mi país, en mi caso en particular, ha sido muy fructífera, aún y cuando, me encuentro lejos de mi Venezuela, es por estos lares donde la he descubierto, al punto de que, lo que un día fuere un un remoto proyecto hoy se ha convertido en un libro.."

(ver más)
 
   
De interés...



  Servicios | Cartas de un emigrante



\
         
 
De:
  césar cando  
 
País:
   
 
Email:
 futepichincha@hotmail.com  
         
 
Título:
  carta de un emigrante a la madre  
         
 
Carta:
  Carta de un emigrante a la madre César Cando Mendoza Nací con los estertores del arco iris gris de Hiroshima y Nagasaki. Crecí en tu regazo: María, Lorenza, Josefina…; no viene al caso tu nombre de jilguero porque me basta la manzanilla de tu cabello para sentir tu aleteo en mi sangre. En esta tarde de lluvia con Patria desgarrada veo con tus ojos de agua mi origen de eucalipto y palmera, la cometa sin piola que extravié en tu delantal de harina…; el cielo atormentado de Irak, la pupila quemada de niños palestinos y la bestia de acero rondando las alcobas, Tengo para mí un desayuno de ausencia, cocido con la despedida de emigrante, tu retrato de perfil enamorado de mi padre, mi cédula de identidad con el once y ceros infinitos; una oración desnuda con muletas, semejante a la gallina ciega picoteando estrellas. Aciertas, madre, al decir que tu hijo tiene “cosas extrañas”: soy Diógenes con su lámpara encendida en mitad del día; el hombre que se suicidó por una manzana… En esta tarde de lluvia con Patria desgarrada, siento que aún respiro en tus entrañas, como un árbol colosal de insondables raíces; siento que aún navego en tus pies de transparentes peces, y añoro tus dedos que limpiaron mis lágrimas vertidas por mi perinola que murió de alegría. Madre: hoy he medido la distancia con el mar, y creo que mi retorno es un boceto corroído, un oasis colgado del cielo sediento… Deja por un instante tus faenas de perejil y maíz, y baja al río: toca las piedras nocturnas de cocuyos que nos permitían lavar penas y escurrir recuerdos. Dile a Rosalía, dormida bajo el capulí, que aprendí en el teclado de las golondrinas la canción vespertina de la separación sin olvido. Toma una hoja del limonero, y entona aquella elegía que papá compuso contra la guerra en su mesa de carpintero. Siéntate con la diestra en la mejilla, para escuchar la sinfonía de las ranas y tu universal nombre que grito desde el río… Agosto/2006  
         
 
Fecha:
  2009-04-24  

  

 

Noticias

Publicidad